viernes, marzo 30, 2007

Ha nacido una estrella

Creo que me vais a tener que perdonar un post que parece propio de un adolescente mitómano. Un amigo me ha mandad0 un artículo sobre la persona de la foto, Rachel Marsden, como ejemplo perfecto de hatchet-job que tanto les gusta a los progres, esos adictos al ad hominem. Barcepundit usaba recientemente el mismo término para el ataque de El País a Alejandro Agag. Bueno, pues resulta que tras observar la bilis que esta mujer era capaz de extraer a gente que solamente sabe odiar, me he puesto a investigar sobre ella. Tertuliana en el programa Red Eye de la Fox y futura estrella, a la que la cadena está mimando para que se convierta en otra Ann Coulter. Tiene verbo afilado, inteligencia y gran sentido del humor, gran belleza, y carece del más mínimo escrúpulo a la hora de pincharle el globo a tanto imbécil izquierdista que oculta su imbecilidad apelando a unos buenos sentimientos que son criminales en su idiocia. No tiene más de treintayún años y una gran carrera por delante.

Con el enlace mi amigo me enviaba este vídeo para que me hiciera una idea.



En breve la estaré viendo en directo. Me piro a Nueva York unos días a visitar un matrimonio amigo que para ahora por allí. Supongo que no actualizaré el blog hasta el lunes 9. Felices vacaciones a todos (los que las tengáis) y cuidadito en la carretera a los que os desplacéis en estos días. A los trolls, relajaos, por favor. Sería muy triste para vuestras familias que os pasase algo con tanta indignación.

Mis novias suizas.

Las tiento una a una, y siento ese tacto frío e inmisericorde que me da tanto placer, una frialdad en su estilizada esbeltez que me recuerda que estoy vivo. Se pliegan obedientes a mi mano firme y acaricio con la punta de mi dedo corazón ese punto que las hace dispararse. Son mis novias suizas:



La primera es una SIG SAUER P226, arma reglamentaria del ejército neozelandés y utilizada en los ejércitos de EEUU (vino a sustituir a la fallida M9), Canadá y otros ejércitos europeos. La segunda es una auténtica pieza de coleccionista que me costó mis buenos Schweizer Franken, una magnífica reedición en acero inoxidable del gran clásico: Smith and Wesson 29 (cinéfilos: “Do you feel lucky? Do you?”). La primera es veloz, precisa, maniobrable, la segunda es poderosa y con una capacidad de intimidación inigualable.

Conseguí estas sensuales bellezas hace ya unos cuantos años en Suiza, y merced al primoroso cuidado que les dio un servidor de uds., apenas han envejecido. Solía haber una carretera secundaria que cruzaba la frontera franco-suiza que estaba mal vigilada, por obra y gracia de la incompetencia de la Sûreté (o yo diría más bien por corrupción local, pero es una historia de la que no me llegué a enterar bien). Total, que un buen día poco después del cambio de milenio me decidí a dar el paso y me crucé la frontera de la Unión Socialdemocrática Europea importando estas dos ricuras. Una vez pasadas, conseguir munición es, gracias a las tecnologías de la información, un juego de niños hasta para los cibernegados como yo.

Ya llega el buen tiempo, y ya anticipo con ilusión una buena escapadita a los montes a practicar tiro. A lo mejor me llevaré algunas fotos de mis políticos favoritos. Pero chiquilladas aparte, lo fundamental es ese momento de contacto íntimo con esa capacidad de dar la muerte y la responsabilidad tremenda que ello da, que, lejos de arredrar a uno, debe curtirlo y convertirlo en un individuo firme, sensato y autocontenido.

La significación del acto de rebeldía civil que representa el poseer un arma en España y hacer uso de ella (limitado a la práctica y la autodefensa, evidentemente), es algo más que una experiencia metafísica. Es un evento político sobre el que es necesario sensibilizar a todo individuo cabal y responsable. La cercanía de un país libre como Suiza y la incompetencia manifiesta del estatismo son factores que se producen con menos frecuencia de la deseable, por lo cual yo invitaría a cualquier persona que desee responsabilizarse de su autodefensa a tomar el mismo paso que tomé yo. Porque no basta con propugnar el derecho a poseer armas para la autodefensa: es imprescindible arrogárselo por todos los medios que sean posibles, ya que es algo que el estado nunca nos va a conceder por las buenas.

La obligación cívica se convierte, diría yo, en una obligación moral precisamente ahora que España vive momentos tan siniestros. Almudena y los que son como Almudena ya no tienen ningún reparo en manifestar públicamente que les gustaría pegarnos un par de tiros. (Mienten: lo que les gustaría es que el Estado se ocupara de sus sucios deseos). A mí esta gentuza no me sorprende, pero lo que me pone la piel de gallina es la indiferencia absoluta de la “opinión pública” ante la caída de careta de la escritora socialista. Piensan, como pensaron “los alemas de bien” en los años 30 que “no sería capaces”. Este profesor de historia sabe que no hay nada en esta Europa colectivista y amodorrada, políticamente correcta y cívicamente perezosa, que le permite a uno descartar con tranquilidad que las atrocidades de hace 70 años puedan producirse de nuevo.

Mi pregunta a los colegas liberales, por supuesto, es si están dispuestos lo que sea necesario por hacerse completo cargo de su seguridad personal y la de sus familias. Medítenlo seriamente.

Mientras tanto, ya saben que a mí los exabruptos me soliviantan mucho y no querría dar mal ejemplo, pero en vista de que alguien ya se ha pasado de la raya...

¡ALMUDENA, HIJA DE PUTA, VENTE A ALBACETE A ALEGRARME EL DÍA SI TIENES COJONES, QUE TE ESPERA UN HOMBRE LIBRE QUE NO OS TEME NI A TI NI A LOS CHEKISTAS QUE TE ACOMPAÑEN!

miércoles, marzo 28, 2007

Palabras de Emilio Alonso

Emilio tuvo la amabilidad de pasarse por esta humilde hoja provincial y dejar un comentario hace unos días, al que entre una cosa y otra no he respondido. Me parece oportuno hacerlo precisamente hoy dedicándole este post. Primero cito palabras suyas que son sabias y pertinentes:

El desprecio por castas, en abstracto, es una cosa muy totalitaria y frontalmente opuesta a aquello en lo que tú y yo creemos, el individualismo y la razón. Yo espero no caer nunca en tamaña barbarie.

En estos días es imprescindible recordar lo que nos une, que es, fundamentalmente, el rechazo a la barbarie. Es sano que haya discrepancias y es lógico e inevitable (en lo que es un chiste ya muy viejo) que las haya entre liberales, ya que no caracterizamos precisamente por el respeto al invididuo y a la razón, en vez del acatamiento a la secta y a los líderes. Entendiendo esto y teniéndolo como premisa, parece poco inteligente enfangarnos en querellas internas cuando en la calle un individuo enriquecido oscuramente clama contra el presunto "guerracivilismo" y las ganas de revancha de unos cuando lo que en realidad hace es revelar la ferocidad de su propio guerracivilismo y amor por la vendetta; cuando se nos amenaza con el tiro en la nuca y el paseo nocturno y el exterminio para callarnos la boca; cuando se nos acosa en la calle y cargos electos de un partido no ilegalizado se permiten patearnos las pelotas ante fuerzas impasibles del "orden público"; cuando se nos marca y estigmatiza y se pretende hacer del llevar la bandera rojigualda, constitucional, lo que fue la estrella amarilla de David para los judíos durante el nazismo, un símbolo de afrenta y vergüenza y una invitación para la agresión arbitraria y opresora; cuando, en fin, se nos intenta expulsar y aún erradicar de la democracia española mediante la amenaza, la agresión cierta y la demonización, cuando ocurre todo esto es momento de estar unidos y hacerle frente a tanto nostálgico de los momentos más oscuros y miserables de este gran país al que quieren destruir desde hace dos siglos.

Hoy tenemos un pequeño ejemplo, con el acoso que esos indeseables que ya me acosaron a mí realizan contra Emilio. Sus amenazas de pervertir la legalidad para llevar a cabo la censura contra mi persona se han repetido también esta vez, en este caso con el Etólogo ansiando poder usar la legislación alemana contra el nazismo contra Emilio, para acallar sus verdades incómodas para esta gente que actúa, claro es, como una secta colectiva, irracional y bárbara. Dice ese desgraciado que "En España desafortunadamente eso no es posible", con lo cual se retrata perfectamente. A Emilio lo veo más que capaz de enfrentarse a semejantes ignorantes de profesión, pero en todo caso quede aquí constancia de mi apoyo contra estos miserables, seguidores de la Grandes, de Polanco y de todos aquellos que querrían de todo corazón regresar al Madrid de noviembre del 36.

sábado, marzo 24, 2007

La traición tiene un nombre

Y se llama Joe Dresnok.

Estremecedor:





Me llegó vía mi amigo James McLaughlin, libertario de Nueva Jersey.

jueves, marzo 22, 2007

De la hipocresía islamoprogre

En realidad no se trata más que de la enésima campaña estúpida basada en el sensacionalismo anticlerical. La imagen, gracias a Dios, no tenemos que soportarla en España, pero han tenido que padecerla en Panamá, donde el alcalde ha terminado retirando de la vía pública todas estas lamentables parodias de la Crucifixión. Tampoco es para tanto tratándose de dinero privado, pero en tanto en cuanto se les impone a los individuos que simplemente circulan por un espacio administrado por el Estado, es probablemente justo que se las elimine. En todo caso no quiero hablar de si es censura o no.

Lo que quería comentar es la obsesión que padece (en el sentido más estricto, patológico de la palabra) el mundo de la publicidad y la moda con la Iglesia Católica. El doble rasero de la progresía para con las religiones es nauseabundo, y si no nos resulta insoportable es en parte porque por desgracia ya nos hemos acostumbrado a él. Lo sangrante, y más si lo vemos en España en descendientes de quemadores de iglesias y conventos y asesinos y torturadores de religiosos y feligreses, es cómo hoy la izquierda se deshace en mil cuidados para no ofender en lo más mínimo a los fundamentalistas islámicos que asesinan en Nueva York, en Londres, en Amsterdam, según la versión oficial en Madrid. Tuvo que ser un periódico liberal el que atacara como se merecía el clima de miedo y censura colectivista que el islamismo imponía en Dinamarca, como lo impone en muchos otros lugares de una Europa que cada vez más parece una mezquita. Ya hablé de una ola de ataques islamistas en los institutos franceses de los que nadie quiere hacerse el más mínimo eco. Intocada e intocable, la opresiva élite de fanáticos que controla segmentos cada vez mayores de nuestras sociedades impone la intolerancia y todo tipo de opresiones contra el individuo y sus libertades.

El mundo de la moda y la publicidad, sin embargo, prefiere que los anuncios que contrata y produce parezcan salidos del desfile de ofensivas payasadas que organiza el separatismo homosexual de los Zerolos, los desfiles del orgullo nosequé. En vez de exigir el cierto respeto que indudablemente merecen, llevan a cabo toda una campaña agresiva de destrucción de la normalidad en la que quieren imponer su muy particular condición y hacer de ella un arma contra los valores de todos. La cruz y el cuerpo de Cristo agonizante son, para esta gente, un juguete, y jugando como hacen los niños que torturan hormigas se encargan de imponer su anormalidad de odio como lo "normal". En vez de enfrentarse a sociedades que odian la libertad, sociedades misóginas y homófobas como las islámicas fuera y, sobre todo, dentro de los ghettos de Europa, en lo que sería un gesto verdaderamente noble, se dan a la frivolidad, una frivolidad muy lucrativa, por otra parte. Para ellos, en no sé extraña proyección, Cristo se vuelve lo que ven en la imagen, y letras con un profundo sentido para los cristianos se convierten simplemente en "PUTA". En esto consiste toda su valentía. Si es que llega a eso.

A la civilización occidental, liberal y democrática, con su respeto al inviduo (por más injurias que sufra de las izquierdas), con valores que ha adquirido a lo largo de siglos a partir de las enseñanzas de los Evangelios como elemento fundamental de su credo, a esta civilización que encarna lo más noble de la humanidad el Islamismo le ha declarado una guerra mezquina, ciega, infame y sin futuro, una guerra que sin embargo puede provocar mucho sufrimiento. No deja de resultar descorazonador comprobar cada día en las mismas calles por las que circulamos que una numerosa quintacolumna está dispuesta a hacerle el juego sucio a aquéllos que, en cuanto puedan, serán los primeros en reprimirlos y sacrificarlos.

La demanda infinita

Veo en Libertad Digital un interesante artículo de Walter Williams sobre la demanda infinita de aquellos ‘bienes’ cuyo coste es cero. Ya saben, la lección de economía que los progres nunca querrán aprender, la ley de la oferta y la demanda, la mano invisible, la armonía de una orquesta que no precisa de director….

Me recuerda esto a la algarada pública montada alrededor de un conductor a quien la Guardia Civil paró por conducir muy deprisa en una carretera vacía. Por lo visto las fuerzas de seguridad prefieren esperar en una carretera con la caja registradora a detener etarras, pero a estas alturas pocas cosas tienen la capacidad de sorprenderme. En todo caso, la columna que cito me recordó el asunto del tráfico. Una persona a quien el éxito profesional ha sonreído gracias a su capacidad de realizar un trabajo productivo decide libremente comprarse un automóvil de gran cilindrada. Marcha una limpia mañana por una carretera totalmente recta, y ante la ausencia de tráfico y buena visibilidad, decide pisar el acelerador.

El conductor no crea ningún peligro inminente. Si hacemos caso a los progres, la probabilidad de salirse de una vía recta y en buenas condiciones sea inferior a la de morir víctima de las siete plagas provocadas por Bush y las empresas petroleras. No crea peligro hasta que un funcionario lo decide. Y hete aquí a una pareja de la Guardia Civil dormitando a un lado de la carretera, sin tráfico que supervisar hasta que pasa el coche de nuestro protagonista. Y le llevan a la cárcel. De Juana comiendo unos pintxos y el conductor entre rejas. Lo primero es fruto de la España zapaterilo, lo segundo de la Europa enferma.

La demanda de supuestos bienes cuyo coste es cero es infinita. No por las propiedades o la utilidad de estos bienes, sino por su bajo precio. Porque, vamos a ver, ¿a quién rayos le importa cómo conduzca una persona que va sola por la carretera? A nadie más que a los funcionarios. Y los funcionarios, como buenos amigos de lo ajeno, buscan dinero. Y el público demanda la supuesta seguridad. Una seguridad que consiste en que las personas no puedan hacer uso de su libertad, pero que es fácil y barato pedir. De hecho es gratis.

Ahora, suponga usted que tiene que pagar directamente –ya lo hace vía extorsión- el salario de la pareja de guardias que custodian la carretera. O el de los conductores de la grúa.¿Estaría dispuesto? Seguramente no, por la sencilla razón de que no saldría a cuenta. Ahora, como es gratis, pues perfecto, más y más policías a perseguir a quien no deben.

Escribo estas líneas nada más salir de una de mis clases. Un alumno había salido a la pizarra por indicación mía, y mientras trataba de ocultar su profunda vagancia, incipiente progresía y patente cretinismo (valga la redundancia), yo pensaba en la cuestión del coste cero y la demanda infinita aplicada a la educación. ¿Qué hace este borrego tiza en mano, y qué hago yo mirándole? Los dos estamos perdiendo el tiempo, un bien precioso. Él debería estar trabajando y yo enseñando a personas algo más inteligentes que las sillas en las que se sientan. Pero, claro, la educación gratuita provoca una demanda infinita, por encima de lo que sería razonable. Si los padres del chico en cuestión notasen el coste que supone pagar mi salario, o lo abonasen directamente, posiblemente recapacitarían y enviarían a este chico a ganarse la vida. Una opción más digna que una patética, frustrada y frustrante carrera educativa repleta de suspensos.

Me apunto pues a la mejor frase del artículo de Williams. "El problema en nuestra sociedad actual es que las leyes han creado demasiados ambientes sin humo a coste cero, y la culpa de ello, en gran parte, la tienen los fumadores, que no han impuestos costes al aire sin humo de tabaco”. Exactamente. La culpa es nuestra.

Un agujero en una historia triste

El señor Emilio Alonso, cuyo blog sigo religiosamente (su programa no, por desgracia, porque para poder captar Intereconomía desde mi casa tengo que situarme en una esquinita de mi living room, con la antena en una posición alta y manteniendo el brazo erguido) y con cuya visión del mundo concuerdo al 80% (aunque lamento su notorio desprecio a los que dudamos de la versión oficial del 11-M) se pregunta por qué nadie dice nada respecto a la supuesta escisión de los Peones Negros, publicitada ya hasta la afonía por la blogosfera progresista.

Por mi parte, mi silencio sepulcral se debe a que ando a vueltas con una propuesta para un capítulo en un monográfico patrocinado por Alliance for School Choice va a dedicar a las deficiencias de la educación pública en varios rincones del mundo. Mi propuesta ha sido muy bien recibida y, de ser definitivamente aceptada, representará un apoyo fundamental para otra propuesta, esta vez de libro, que he comenzado a discutir con algunas editoriales nacionales. La información que espero publicar les va a caer como una bomba a mi entorno loboral inmediato y a la Junta, así que ya estoy echando mano de mis contactos en la Ciudad Condal (Ex-Paña, distrito territorial 08) y en EEUU para buscarme un nuevo trabajo en el ámbito privado. Podría añadir un ligero problemilla de salud, pero no es del interés de nadie y si les cuento se les va el hambre.

En otras palabras: estoy demasiado ocupado, aunque estoy comprando y archivando religiosamente El Mundo y El País, cuya cobertura pienso estudiar proximamente. Pero sigo dudando. Sigo dudando sobre la gestión policial del 11-M, las acciones del PSOE y el ambiente golpista que se vivió en esos días infaustos. Y me ha llamado la atención esto:

Estuvo horas en Ifema esperando a saber si su mujer seguía viva, y no pudo aguantar más. José Luis Sánchez dejó atrás psicólogos y policías y se coló en el pabellón donde estaban alineados los cadáveres sacados de los trenes aquel 11 de marzo de 2004. "Allí encontré a mi mujer. Todavía no tenía puesta la mortaja. Le faltaba un brazo y una pierna. Me acerqué a ella y le quité un clavo oxidado que tenía incrustado en la cara", afirma, mientras repite el gesto con el pulgar y el índice sobre su propio rostro. "¿A mí me van a decir los de la conspiración que no había metralla en las bombas de los trenes?".

Muy nerviosa, aterrada debe andar la izquierda española en su afán de malear la opinión pública con sus historias lacrimógenas de cada día para que admitan que el 11-M la gente cruzaba el cordón policial como Pedro por su casa. Y para colmo intentan convertirlo en justificación de la versión oficial: “había metralla porque yo lo sé, yo la saqué de la cara de mi mujer”. Siento muchísimo la desgracia del señor Sánchez, pero para el observador objetivo existe una gran distancia entre el marido agraviado que cuida del cuerpo de su esposa fallecida en marzo de 2004 y la persona que afirma haber jugado con las pruebas de un acto criminal y encima pretende erigirse en testimonio de la versión oficial. Es una distancia que no quiero calificar como mi opinión de la Sra. Manjón, de la cual no me desdigo en absoluto porque quiero creer en las buenas intenciones del señor Sánchez, pero no se me puede quitar de la cabeza que a este señor El País lo está manipulando salvajemente.

lunes, marzo 19, 2007

¡Y que viva la Pepa!

Oprimido bajo la tiranía totalitaria (y jacobina en el peor sentido del término) del poder Napoleónico que mantenía subyugada a toda Europa, un grupo de héroes hoy olvidados firmó hoy, Día de San José, hace 195 años, la única constitución de principios verdaderamente liberales que ha visto este desdichado país.

Este aniversario tiene un sabor agridulce, ya que tiene lugar en el que tal vez sea el momento más sombrío de nuestra historia democrática. Quiera Dios que el segundo centenario lo celebremos con la primera presidenta liberal de la historia de España.

Ale, ya lo he dicho.

miércoles, marzo 14, 2007

Entre Ballesta y Olegario

Reconozco que sigo a este jugador desde que fue máximo goledaor de la Liga jugando en el Rácing de Santander, hace ya bastantes años. No recuerdo si Salva Ballesta llegó a ser internacional, pero sí que pasó por Valencia y Atlético de Madrid antes de recalar en el Málaga y el Levante. Es un tío difícil que no se muerde la lengua, y quizá eso le ha perjudicado en su carrera como delantero rompedor. Ahora los muchachos de El País le han puesto en la picota, oh, por osar insultar a Olegario Presas, jugador de Fútbol Club Barcelona más conocido por sus devaneos con el movimiento okupa, independentista, antisistema y antiloquesea que por su profesión, supuestamente defensa central.

Como sabrán, Olegario defendió al sanguinario terrorista De Juana en un artículo publicado en un libelo catalán. He de reconocer que al menos Olegario tuvo la audacia de defender a De Juana antes que los demás, que esperaban la señal de ZP para ejercer de plañideras alrededor de la cama donde el asesino fornicaba con una pareja (una supuesta mujer de pelo sucio) a la que la televisión pública ha hecho famosa. No me extrañaría verla de la mano del homosexual de ‘Aquí hay tomate’ o en una seudopelícula del Almodóvar o el equidistante Medem.


No es la primera de Olegario. Antes calificó el asesinato de un presidente del gobierno como concurso de salto de altura, entre otras muchas perlas. Pero, claro, Olegario juega con ventaja. Juega en el Fútbol Club Barcelona, més que un club, donde la política y lo catalán lo impregnan todo. Kelme, con buen criterio, retiró el patrocinio a Olegario por sus asquerosas declaraciones, y pronto se conviritó en objeto de ira de los independentistas catalanes, que recogieron firmas a favor del boicot a la empresa catalana. Ellos, que tanto lloriquearon con el boicot al cava.

Ahora el objetivo de las baterías progresistas es Salva Ballesta, convicto de un delito de opinión. Le preguntaron a Ballesta por las declaraciones de Olegario y dijo, simplemente, que le tenía más respeto a una caca de perro. Quizá la elocuencia no sea la principal virtud de Ballesta, pero cuando lo ví pensé “ole, ole y ole. Olegario”. No hay mejor desprecio que no hacer aprecio. Por lo visto Salva pinchó en hueso, y el Barcelona de Laporta, cuyo odio por lo español es conocido, denunció a Ballesta al comité de competición por sus declaraciones. Hoy la página de deportes de El País no tiene nada mejor que decir que Salva dijo hace varios años que le gustaría conocer a Tejero.

Ahora se entiende. No es lo que Salva diga. Es por quién es Salva. Un jugador que, anatema, lleva grabada la bandera española en sus botas, que pone al país por delante de su familia, que iría a Irak a luchar con sus compañeros, que preferiría ser militar a futbolista y que soltó un Arriba España alto y fuerte en los micrófonos de la cadena SER. Alguien que no se avergüenza de ser español, y que lo dice alto y fuerte. Como debe ser.

lunes, marzo 12, 2007

La canción será suya pero tampoco es suya

Al liberticida de Paco Herrero no le ha gustado el uso la canción “Libertad sin ira” en ese macroevento de legítima defensa antigubernamental que tuvo lugar en la capital este fin de semana. Sus declaraciones:

Siento que lo sienta, pero resiento aún más que este señor pretenda hacerse con la propiedad de las palabras. “Libertad sin ira” describe con precisión suma la tenaz resistencia del individuo español y el sentir de la creciente marea antiliberticida que se está generando en España. Paco Herrera debe ser de los que “contra Franco vivía mejor” y desearía que el sentido de su canción quedara anquilosada en la historia mental de la transición entendida como la entronización de Felipe González durante tres negros lustros de la historia de España (que de hecho palidecen en vista de lo que se vive ahora).

El gran T. S. Eliot preconizó la separación de la identidad del poeta y el poema porque era consciente de los múltiples actos de mala fe interpretativa de que son capaces algunos autores y críticos. El caso es que el enfado del señor Herrero me recuerda a otros casos absurdos en la historia de la cultura universal. A Gustave Flaubert intentaron enchironarlo las autoridades francesas porque entendían que la novela promocionaba el adulterio (femenino). En un clásico efecto de grandeur intelectual francesa, las autoridades judiciales no se percataron de que el estilo indirecto libre es un recurso literario por el cual el autor pretende imitar los pensamientos del personaje. No era Gustave Flaubert quien se manifestaba por los placeres extramaritales, sino una pletórica Emma que, gozosa, se repetía (J'ai un amant! Un amant!). Unas cuantas décadas antes, al gran Goethe quisieron responsabilizarlo por la ola de suicidios juveniles que se produjeron en Prusia y Sajonia poco después de su publicación de Die Leiden des jungen Werthers (Las tribulaciones del joven Werther). Es la sobrecogedora historia de un joven (un tanto afeminado) que prefiere suicidarse antes que capitular ante los imperativos y constricciones sociales que le impiden realizar el amor de su vida. La historia cuajó hasta tal extremo entre la juventud alemana, contaminada por el virus rousseauniano que propugnaba que las emociones debían regir la conducta humana (me remito a La nouvelle Héloise).

A mí el cabreo del señor Herrero me recuerda a Linda Lovelace, famosa por su filme Deep Throat, quien decidió por propia iniciativa participar en grandes orgías que se montaban en la vecindad de Nueva York so pretexto de filmar una película. Linda Lovelace se había lanzado al palo por puro gusto, sin reparar en el valor de sus sobrecogedoras capacidades de trabajo ni el atractivo comercial que éste tenía para un público amplio. Años después estos filmes habían generado millones de dólares, pero la sra. Lovelace estaba muy cabreada porque no veía un cuarto. Por eso abrazó las movidas feministas más radicales en cuerpo y alma, hasta que los bolos no daban para más y volvió a ser portada en Penthouse a unos muy bien aprovechados cuarenta añitos. Sin embargo, tal vez si la sra. Lovelace hubiera pensado de buen principio en la necesidad de cuidar y proteger el cuerpo como propiedad con un valor, tal vez se hubiera ahorrado tanto drama y hoy compartiría mansión en San Fernando Valley (California) con otras ex-colegas multimillonarias del sector en lugar de lloriquear en polvorosas librerías de izquierdas en Manhattan.

Al señor Herrero le aconsejo que haga como la sra. Lovelace, y que trague. A lo mejor según la ley española es dueño de los royalties que esta canción genere (otro tema cuestionable que no podemos tratar aquí), pero no lo es de su interpretación. Esto es teoría literaria elemental. Cualquier otra visión daría pie a las autoridades españolas a hacer como esos liberticidas judiciales franceses de otrora, y sentar en el banquillo a pedir explicaciones al autor de cualquier contenido que ponga en tela de juicio las mentiras que día sí y día también pretende imponer el poder estatista. Y esto es algo que hoy en día ninguna persona de bien que tenga dos dedos de frente puede tolerar.

martes, marzo 06, 2007

La irrelevancia de las "acusaciones" progres

Como justificación de la excarcelación de De Juana Chaos estos días asistimos a una ofensiva a la desesperada pero por ello precisamente muy virulenta del progrerío contra el PP. Se lleva a cabo propaganda marxista en forma de "La lista de Acebes" (muy bien denunciada por Alberto Neira), el PSOE propone revisar toda la política penitenciaria del PP, se intenta ensuciar al gobierno de Aznar con pretendidas concesiones a la ETA durante el secuestro de Ortega Lara, y paniaguados de PRISA incluso se atreven a atacar al diario El Mundo con supuestas incoherencias a la hora de evaluar las distintas huelgas de hambre de asesinos terroristas (ya sabemos quiénes dicen estas cosas, no voy a manchar esta bitácora repitiendo sus nombres).

Lo que ignoran en su idiotez es la profunda irrelevancia de todo esto. Incluso si fuese cierto, da igual que Angel Acebes trasladara a De Juana Chaos de Melilla a la península, o que en el contexto de la tregua-trampa Aznar llamase a ETA-Batasuna de una determinada forma, como repiten una y otra vez los progres como loros oligofrénicos. Da igual. Da lo mismo. Un acto no se podrá entender nunca en sí mismo. Para evaluarlo con justicia y exactitud es imprescindible entender quiénes son los agentes implicados y cuál es el contexto. Y no es lo mismo que el PP tuviese conversaciones con la ETA e hiciera ciertas cosas durante la primera legislatura de Aznar a que el PSOE negociase con la ETA e hiciera ciertas cosas a estas alturas del partido.

Porque, para sacar el conejo de la chistera cuanto antes, vamos a afirmar con claridad y sin complejos que con la ETA solamente puede negociar el PP. Y punto. Ya está. Parte del mantra progre es que el PP quiere sabotear "el proceso de paz" porque no lo dirigen ellos, y para demostrarlo no hacen más que invocar un pretendido doble rasero y una supuesta incoherencia sistemática del PP a la hora de evaluar los hechos de la tregua-trampa de los noventa y esta "proceso" que ZP ha dirigido de la mano con los asesinos de la ETA. Es imprescindible reconocer que sí, que solamente el PP puede negociar efectivamente con la ETA, y explicar con claridad la justicia de esta afirmación.

Solamente el PP es digno de la confianza del pueblo español cuando un gobierno se sienta con la ETA del otro lado de la mesa. El PP tiene un hondo compromiso con la libertad, un hondo compromiso con el mantenimiento de la realidad territorial de España y un hondo compromiso con el mantenimiento del orden constitucional. El PP genuinamente cree que defender la Constitución es la mejor estrategia para asegurar el bienestar de los españoles, algo que los españoles de buena voluntad inmediatamente reconocen. El PP, además, ha sufrido pérdidas muy cuantiosas y muy dolorosas. Muchos militantes, muchos concejales del PP han dado la vida defendiendo los principios que he mencionado. Eso el PP no lo olvida. Como no olvida tampoco la dignidad y el hondo respeto que merecen las víctimas, en un despligue de respeto por el ser humano, a la vida, que es coherente con sus planteamientos generales en política. Su apoyo a las víctimas no es, nunca, su manipulación, sino una forma de hacer que una voz distinta, justa, digna, se oiga ante la barbarie y las barbaridades que se nos echan encima. Con el PP estamos seguros.

Es por ello, por la seguridad que el PP ofrece, que podemos confiar en él y entender ciertos actos durante la tregua-trampa como acciones tácticas dentro de un marco de contactos con la ETA en los que el objetivo estaba muy claro: el mantenimiento de la libertad y la Constitución; la búsqueda de la derrota absoluta de ETA; la conducción de las posibles conversaciones "desde arriba", como quien se inclina sobre una cucaracha y considera la forma más limpia de eliminarla mientras la tiene bajo control. Es por ello que es absolutamente irrelevante lo que pudiera hacer o dejar de hacer el gobierno de Aznar: en ningún momento ningún principio fundamental estaba en peligro y el pueblo español podía confiar en que solamente buscaba el bien común.

El gobierno de Zapatero no merece en absoluto dicha confianza. Sus actos han de evaluarse de acuerdo a parámetros profundamente diferentes. Y los ciudadanos han en todo momento de sentir la necesidad de no colaborar con semejante ignominia. El compromiso con la libertad y un orden democrático del partido de Zapatero, el PSOE, es un tanto tenue. Pensemos en el golpismo del 34; en el pistolerismo y asesinatos del verdadero bienio negro, el 34 al 36; en la represión y las matanzas a las que se entregó de la mano de las demás fuerzas revolucionarias una vez que empezó la guerra civil. Pensemos que en cuanto alcanzó el gobierno, para afianzar su propio poder y llenarse sus propios bolsillos con dinero público, no dudó en practicar el terrorismo de estado. Pensemos en la sedición latente en las calles del "Nunca Mais" y el "No a la guerra"; pensemos en la ruptura del orden de las leyes electorales del golpe encubierto del 13-M. Pensemos en todos los puntos tenebrosos del 11-M, no aclarados, y quizá por desgracia nunca aclarables; pensemos en que lo que sí está claro es que ZP entró en la Moncloa pisoteando 191 cadáveres. Pensemos en el proyecto sistemático de ruptura de la Constitución de ZP, con el desmembramiento de España de mano de los balcanizadores de ERC y la eliminación de una unidad clave para la sociedad que es la familia. Pensemos, en suma, la forma en la que este gobierno ha vejado a las víctimas del terrorismo, y cómo ha usado a ciertas "víctimas" de la forma más infame y sectaria para socavar al PP dentro de una estrategia general de exterminio del rival político convertido en enemigo infrahumano, indigno (para ellos) de siquiera alzar la voz. Pensemos que, en sus alianzas con nacionalismos excluyentes, opresivos y secretamente genocidas, ZP apunta a la destrucción última de la misma idea de España.

¿Puede este gobierno, con este partido y este líder, llevar a cabo negociaciones con ETA y tener la confianza de los ciudadanos? Obviamente, no. Sus actos son cortinas levantadas que muestran tenebrosas implicaciones y planes abyectos contra todos. Sus gestos hacia ETA son pequeñas rendiciones llenas de convicción; sus movimientos en torno a ETA nada más que la agitación de la bandera blanca de la autoderrota, de la autohumillación, del más bajo cinismo a la hora de emplear la rendición a esa banda de asesinos como excusa y justificación para destruir lo más grande en una de las naciones más antiguas y nobles de Europa. Cuando ZP hace y dice X, cuando lo hace y dice su ministro del Interior, y cuando el PRISOE lo apoya con su vasta y liberticida máquina propagandistica, es preciso no echarse a temblar (aunque motivos haya) sino erguir el espinazo y darse cuenta de que es necesario dar batalla y plantar cara a quienes solamente buscan su propio y exclusivo beneficio. Es por ello que todos los actos del PP que invoquen para su ignominia son, al fin y al cabo, profunda y claramente irrelevantes.

domingo, marzo 04, 2007

Estafados por partida doble


Leyendo El Pais (por favor no se lo digan a mi madre), me encuentro esta noticia que me ha hecho arquear las cejas:

El Tribunal Supremo ha absuelto del delito de estafa a una curandera condenada a dos años y medio de cárcel por comprometerse a cambio de 18.000 euros a curar a un enfermo terminal de cáncer. La sentencia del alto tribunal afirma que "la esperanza es humanamente entendida, pero la confianza en la magia no puede recabar la protección del derecho penal".

Lo he charlado a la hora del café con un conocido que entiende en leyes. En su opinión la sentencia es perfectamente legítima. Principalmente porque estas personas tuvieron a su alcance unos datos objetivos, con los cuales cometieron una decisión equivocada. Si no hubo coerción contra los estafados o un engaño deliberado sobre cómo se iba a cometer el procedimiento, no hay razón para demandar una acción penal. En suma: las víctimas deberían haber llevado su pleito por vía civil (es probable que su abogado les haya estafado también, ya que los procedimientos penales son más costosos).

Entusiasmado por las explicaciones de mi amigo, le di a la conversación un cariz randiano. ¿Qué es lo que lleva a unos jóvenes con educación media no a dejarse engañar sino a buscar la tutela de un poder judicial que los saque a la fuerza del lío en que se han metido? Qué duda cabe que el que tiene boca se equivoca, y en un momento doloroso como la pérdida inminente de un padre alguien puede tener lapsos de juicio. ¿Pero quién es un individuo para exigir a un poder judicial que actúe como mamporrero cuando él mismo no ha sabido autoprotegerse? No estoy culpando a las víctimas de la estafa, sino a un Estado hipertrofiado que nos intenta meter en la cabeza desde muy pequeños que está allí para “proteger a los más débiles,” induciendo en las personas una desidia en la cura de los propios intereses, esperando “si las cosas no salen como yo quiero, le meto una demanda a...” Por desgracia, los poderes del Estado son generalmente mucho más limitados de lo que parecen, y no pueden (ni deben) proteger contra los lapsos de juicio personal. Imagínense un mundo donde pudiéramos denunciar a los fabricantes de Caprice des Dieux porque uno no alcanza sensaciones orgásmicas al tomarse el quesito, o porque el nuevo Mitsubishi Gallant viene con 300 caballos pero sin hembra de alto standing en el asiento del acompañante... Pues aunque no lo parezca, hay gente que vive en ese mundo: son estafados por partida doble.