Como justificación de la excarcelación de De Juana Chaos estos días asistimos a una ofensiva a la desesperada pero por ello precisamente muy virulenta del progrerío contra el PP. Se lleva a cabo propaganda marxista en forma de "La lista de Acebes" (
muy bien denunciada por Alberto Neira), el PSOE propone revisar toda la política penitenciaria del PP, se intenta ensuciar al gobierno de Aznar con pretendidas concesiones a la ETA durante el secuestro de Ortega Lara, y paniaguados de PRISA incluso se atreven a atacar al diario El Mundo con supuestas incoherencias a la hora de evaluar las distintas huelgas de hambre de asesinos terroristas (ya sabemos quiénes dicen estas cosas, no voy a manchar esta bitácora repitiendo sus nombres).
Lo que ignoran en su idiotez es la profunda irrelevancia de todo esto. Incluso si fuese cierto, da igual que Angel Acebes trasladara a De Juana Chaos de Melilla a la península, o que en el contexto de la tregua-trampa Aznar llamase a ETA-Batasuna de una determinada forma, como repiten una y otra vez los progres como loros oligofrénicos. Da igual. Da lo mismo. Un acto no se podrá entender nunca en sí mismo. Para evaluarlo con justicia y exactitud es imprescindible entender quiénes son los agentes implicados y cuál es el contexto. Y no es lo mismo que el PP tuviese conversaciones con la ETA e hiciera ciertas cosas durante la primera legislatura de Aznar a que el PSOE negociase con la ETA e hiciera ciertas cosas a estas alturas del partido.
Porque, para sacar el conejo de la chistera cuanto antes, vamos a afirmar con claridad y sin complejos que con la ETA solamente puede negociar el PP. Y punto. Ya está. Parte del mantra progre es que el PP quiere sabotear "el proceso de paz" porque no lo dirigen ellos, y para demostrarlo no hacen más que invocar un pretendido doble rasero y una supuesta incoherencia sistemática del PP a la hora de evaluar los hechos de la tregua-trampa de los noventa y esta "proceso" que ZP ha dirigido de la mano con los asesinos de la ETA. Es imprescindible reconocer que sí, que solamente el PP puede negociar efectivamente con la ETA, y explicar con claridad la justicia de esta afirmación.
Solamente el PP es digno de la confianza del pueblo español cuando un gobierno se sienta con la ETA del otro lado de la mesa. El PP tiene un hondo compromiso con la libertad, un hondo compromiso con el mantenimiento de la realidad territorial de España y un hondo compromiso con el mantenimiento del orden constitucional. El PP genuinamente cree que defender la Constitución es la mejor estrategia para asegurar el bienestar de los españoles, algo que los españoles de buena voluntad inmediatamente reconocen. El PP, además, ha sufrido pérdidas muy cuantiosas y muy dolorosas. Muchos militantes, muchos concejales del PP han dado la vida defendiendo los principios que he mencionado. Eso el PP no lo olvida. Como no olvida tampoco la dignidad y el hondo respeto que merecen las víctimas, en un despligue de respeto por el ser humano, a la vida, que es coherente con sus planteamientos generales en política. Su apoyo a las víctimas no es, nunca, su manipulación, sino una forma de hacer que una voz distinta, justa, digna, se oiga ante la barbarie y las barbaridades que se nos echan encima. Con el PP estamos seguros.
Es por ello, por la seguridad que el PP ofrece, que podemos confiar en él y entender ciertos actos durante la tregua-trampa como acciones tácticas dentro de un marco de contactos con la ETA en los que el objetivo estaba muy claro: el mantenimiento de la libertad y la Constitución; la búsqueda de la derrota absoluta de ETA; la conducción de las posibles conversaciones "desde arriba", como quien se inclina sobre una cucaracha y considera la forma más limpia de eliminarla mientras la tiene bajo control. Es por ello que es absolutamente irrelevante lo que pudiera hacer o dejar de hacer el gobierno de Aznar: en ningún momento ningún principio fundamental estaba en peligro y el pueblo español podía confiar en que solamente buscaba el bien común.
El gobierno de Zapatero no merece en absoluto dicha confianza. Sus actos han de evaluarse de acuerdo a parámetros profundamente diferentes. Y los ciudadanos han en todo momento de sentir la necesidad de no colaborar con semejante ignominia. El compromiso con la libertad y un orden democrático del partido de Zapatero, el PSOE, es un tanto tenue. Pensemos en el golpismo del 34; en el pistolerismo y asesinatos del verdadero bienio negro, el 34 al 36; en la represión y las matanzas a las que se entregó de la mano de las demás fuerzas revolucionarias una vez que empezó la guerra civil. Pensemos que en cuanto alcanzó el gobierno, para afianzar su propio poder y llenarse sus propios bolsillos con dinero público, no dudó en practicar el terrorismo de estado. Pensemos en la sedición latente en las calles del "Nunca Mais" y el "No a la guerra"; pensemos en la ruptura del orden de las leyes electorales del golpe encubierto del 13-M. Pensemos en todos los puntos tenebrosos del 11-M, no aclarados, y quizá por desgracia nunca aclarables; pensemos en que lo que sí está claro es que ZP entró en la Moncloa pisoteando 191 cadáveres. Pensemos en el proyecto sistemático de ruptura de la Constitución de ZP, con el desmembramiento de España de mano de los balcanizadores de ERC y la eliminación de una unidad clave para la sociedad que es la familia. Pensemos, en suma, la forma en la que este gobierno ha vejado a las víctimas del terrorismo, y cómo ha usado a ciertas "víctimas" de la forma más infame y sectaria para socavar al PP dentro de una estrategia general de exterminio del rival político convertido en enemigo infrahumano, indigno (para ellos) de siquiera alzar la voz. Pensemos que, en sus alianzas con nacionalismos excluyentes, opresivos y secretamente genocidas, ZP apunta a la destrucción última de la misma idea de España.
¿Puede este gobierno, con este partido y este líder, llevar a cabo negociaciones con ETA y tener la confianza de los ciudadanos? Obviamente, no. Sus actos son cortinas levantadas que muestran tenebrosas implicaciones y planes abyectos contra todos. Sus gestos hacia ETA son pequeñas rendiciones llenas de convicción; sus movimientos en torno a ETA nada más que la agitación de la bandera blanca de la autoderrota, de la autohumillación, del más bajo cinismo a la hora de emplear la rendición a esa banda de asesinos como excusa y justificación para destruir lo más grande en una de las naciones más antiguas y nobles de Europa. Cuando ZP hace y dice X, cuando lo hace y dice su ministro del Interior, y cuando el PRISOE lo apoya con su vasta y liberticida máquina propagandistica, es preciso no echarse a temblar (aunque motivos haya) sino erguir el espinazo y darse cuenta de que es necesario dar batalla y plantar cara a quienes solamente buscan su propio y exclusivo beneficio. Es por ello que todos los actos del PP que invoquen para su ignominia son, al fin y al cabo, profunda y claramente irrelevantes.