Reflexiones al alba sobre la piratería
Hay dos reacciones inmediatas. Primera, ¿quién les manda ir allí? Pues seguramente la posibilidad de hacer negocio, aun a riesgo de ser asaltadados. Segunda ¿merece la pena enviar una fragata para que otros pesquen atunes? Pues, hombre, eficiente no es, pero creo que sí toca proteger la vida de los conciudadanos sobre todo porque no se les ha permitido defenderse. Porque, veamos, la piratería no se soluciona con Moratinos y Pajines, señores, se soluciona con una palabra que me encanta: firepower. Potencia de fuego. Si el Estado no impidiese a los grandes pesqueros protegerse frente a ataques de terceros no tendríamos estos problemas.
Se podrá argumentar que eso sólo serviría para elevar una carrera de armamentos, pero al final siempre vencerá la superior tecnología de Occidente y la eficiencia del sistema capitalista. De hecho, el mejor remedio contra la piratería es que no salga a cuenta practicarla y, la verdad, tener que armarse hasta los dientes y arriesgarse a morir para capturar un barco atunero no sale a cuenta. ¿Cómo creen ustedes que se acabó con los piratas berberiscos en el Mare Nostrum? ¿Pagando rescates? No señores. O se arrasan sus bases (opción poco factible) o se permite a los comerciantes protegerse. De hecho, no veo ninguna razón por la cual las grandes navieras o pesqueras no podrían disponer de una fuerza de intervención para operaciones de disuasión y castigo o de pequeños grupos de escolta naval, asignados a las zonas más conflictivas.
La piratería como actividad me genera más dudas, la verdad. Por un lado supone un evidente asalto a la propiedad privada, que como sabemos es un bien y un derecho de rango superior a los demás, y por eso me parece de entrada censurable. Sin embargo, también es cierto que supone un estímulo a la actividad empresarial por lo dicho antes: el problema de los piratas del caribe no era que fuesen piratas, sino la incapacidad de la Armada española para combatirles, y es que en alta mar las cosas son de otra forma. Aun con dudas, hoy por hoy me declaro en contra de la piratería, a no ser que algún ancap me convenza...
Y sobre Somalia, nuestro querido analista del Juan de Mariana ya dijo en su día que una sociedad donde el único estado fuese el que sirviese para impartir justicia sería el ideal. Una lástima que la cosa, de momento, no haya funcionado, si bien sospecho que los intereses colonialistas de Etiopía y Kenia tienen mucho que ver con ello, si bien no tanto como la incapacidad de que un sistema de mercado conviva con la religión musulmana. Si Somalia fuese católica, otro gallo cantaría. Valín, y Powell, y van Notten, tenían razón.