Feliz Navidad
Ojalá estuvieran aquí (click para ampliar):
Numquam ponenda est pluralitas sine necessitate
El programa, agárrense, es de miedo. Nada más llegar a Seattle, tomo una conexión local a Spokane, WA, donde me espera Knut, un danés muy cachondo al que conocí en Alemania y que ahora está dando clases en Gonzaga University. De ahí nos vamos a una cabañita en la vecindad del lago Coeur d'Alene (Idaho), a ver a un señor que tiene un puesto de armas para vender a los sufridos washingtonianos. Idaho es uno de los pocos estados donde hay una relativa libertad en la venta y uso de armas, en contraste radical con Washington; los armeros del estado vecino, evidentemente, sufren por ello. Pero yendo a lo nuestro, el negociete que tengo allí es esto:
Resulta que a Lou Ann, la madre de mi papá adoptivo, sigue yéndole la marcha como nunca y a sus 89 años se empeña en usar un Winchester del año de la plaga para sus prácticas de tiro. Mi “padre” está logicamente preocupado porque teme que termine dislocándose el hombro con el retroceso, mientras que ella no se deshace del bicho porque quiere seguir viviendo sola pero teme a los cacos, que son muy amigos de entrar en casas de gente mayor. En mi opinión, la UZI (mini- o micro-) es el arma más recomendable para gente mayor, especialmente para aquellos cuyo pulso no es tan firme como solía ser, y sobre todo para señoras, ya que la pérdida de masa osea es mucho mayor en su caso. Aprovechando que Lou Ann será nonagenaria el día 26, Manchego ha decidido que va a honrar a la matriarca de esta familia que tanto ha hecho por mí con el regalazo en cuestión.
(Por cierto, que la doña es una artista del ganchillo y estoy viendo que a este cargador le iría de perlas un cobertor de croché bordado con las iniciales).
A partir de Coeur d'Alene, Knut y yo nos hacemos un viaje en coche cruzando Idaho, Montana, Wyoming y South Dakota hasta llegar a Sioux Falls a punto para la comida de Navidad y el cumpleaños de Lou Ann. Pasados unos días nos vamos a Wisconsin, donde pasaremos un fin de año inscritos en un cursillo de supervivencia en la naturaleza para que los más jóvenes de la familia aprendan las estrategias básicas: hacer fuego, nudos, seguir huellas, cazar pequeños animales, despellejarlos y asarlos, guarecerse, dormir en noches bajo cero. De esta van a salir muy curtidos los pequeños cabroncetes. En cuanto la historia termine, despachamos a los mozos de vuelta a casa y a lo mejor nos pasamos a la región de los mil lagos en Canadá, de caza. No saben lo que me gustaría ponerme uno de estos en el salón de casa:
Pasa a cada momento: las autoridades aeroportuarias tailandesas o indonesias realizan un registro al azar en la bolsa de un turista accidenta y ¡oh, casualidad! Aparece una bolsita de heroína. El acusado o acusada pasa por un mortificante proceso tercermundista y recibe una severa “condena ejemplar.” La prensa local, patrocinada por el estado, pasa diariamente imágenes para ponerla dura a la plebe: las autoridades no se doblegan ante el desprecio imperialista del traficante español o el turista australiano que vino a explotarnos, etc. etc. La prensa occidental, por su parte, pasa también reportajes de lágrima viva con la injusticia cometida.
Entretanto, lo que sucede entre bastidores es que al embajador español, o australiano, o japonés (no, con los estadounidenses todavía no hay cojones, pero esperen) tiene que ir a ver al ministrillo de turno a ver cómo se puede arreglar el tema. ¿Revisión del proceso judicial? En absoluto, la cosa siempre termina con “reparaciones” o “ayuda humanitaria”, de la cual un suculento porcentaje queda en manos de los politicastros locales de turno, tras lo cual se hace una nueva revisión del "proceso," y, tachán, resulta que a los jueces les viene un ataque de sentido común y liberan a la víctima (con foto, claro, para salvaguarda del honor del Estado pagador).
Esto se llama SECUESTRO y el criminal es el ESTADO.
El caso más reciente, del que he de confesar que hasta hoy no sabía nada, es el de los llamados “seis de Trípoli.” Cinco enfermeras búlgaras y un médico palestino han sido condenados a muerte. Son los chivos expiatorios de un contagio masivo de HIV en un hospital público de la capital libia un año antes de que los procesados llegaran al país. Ni que decir tiene que el movimiento tiene el objetivo, de cara al público, de promover la imagen de las autoridades judiciales locales. Como no, de tapadillo las intenciones son otras. En Bulgaria ya se están bajando los pantalones.
Lo que ocurrió en Santiago no es un golpe típicamente latinoamericano. Las fuerzas armadas toleraron al Dr. Allende por casi tres años. En ese período, él se las ingenió para hundir al país en la peor crisis social y económica de su historia moderna. La expropiación de campos y empresas privadas provocó una alarmante caída en la producción, y las pérdidas de las empresas estatales, según cifras oficiales, superaron los $ 1.000 millones de dólares. La inflación alcanzó a 350% en los últimos 12 meses. Los pequeños empresarios quebraron; los funcionarios públicos y trabajadores especializados sufrieron la casi desaparición de sus sueldos por causa de la inflación; las dueñas de casa tenían que hacer interminables colas para obtener alimentos esenciales, y si es que encontraban. La creciente desesperación originó el enorme movimiento huelguístico que los camioneros iniciaron hace seis semanas.Que unos pocos miles murieran en el curso del restablecimiento del orden legal, entre los cuales, no lo dudo, algunos inocentes, es tal vez demasiado fuerte para la progresía y algunos espíritus compasivos, pero yo pregunto: ¿cuántas decenas de miles o millones de personas deben vivir acosadas y aterrorizadas por el cáncer marxista-totalitario para que la progresía "demócrata" se avenga a admitir que ha llegado el momento de pasar a la acción. Los casos de Pol Pot y Kim Il Sung demuestran que han de ser muchas, y esto es algo que todo amante de la libertad no consiente. Hay momentos en que la defensa de la libertad exige resolución y, por qué no, la ferocidad del animal que se defiende. A nadie le complace que le extraigan un tumor del cuerpo porque, aunque corrompida, es parte de uno mismo, pero esta es una tarea que el cirujano debe acometer con frialdad y sin sentimentalismo. Otra cosa es que el cirujano se instale en tu casa y se regale raciones de suculento y azucarado poder a base de dictarte un régimen durante años. ---Esto yo creo que se previene con una población entrenada en el manejo de armas de fuego, como ya comenté anteriormente. Los mocosos independentistas de Cataluña dicen "poble armat, poble respectat", y los pobres no saben cuánta razón tienen, aunque sea de una manera.
(...)
El mes pasado, una resolución aprobada por la mayoría opositora en el Congreso señalaba que "el gobierno no es responsable sólo por violaciones aisladas de la Constitución y la ley; ha convertido tales violaciones en un método permanente de conducta". El sentimiento de que el Parlamento era ya irrelevante aumentó por la violencia en las calles y por la forma en que el gobierno toleró el surgimiento de grupos armados de extrema izquierda que se estaban preparando de manera abierta para la guerra civil.
La postura estatista de proporcionar servicios de seguridad a quien no los ha pedido es tan liberticida como la señora ministra prohibiéndonos el whopper. Y no hay mejor incentivo que la perspectiva de no poder pagar a tu Vigilante Group. De hecho las organizaciones vecinales más eficientes evolucionarían en ciudades-estado donde sólo los más capaces y responsables pueden vivir y trabajar (obviamente acogerían los centros de trabajo mejor remunerado), sin tener que obligar a nadie a sufrir la represión estatista y este sistema permitiría al ciudadano librarse de los onerosos gastos de defensa nacional o justicia, pues obviamente el Vigilante Group velaría por tales servicios aunque, eso sí, sin obligar a nadie.
Aquí llegamos al quid de la cuestión. ¿Debe el programa de cheques ser oblihgatorio para todos? ¿Qué pasa si don Pedro Almodóvar o cualquier titiritero nacional quiere usar el dinero del cheque para sus rollos de cine (pun unintended) o para pinceles y pintura al óleo? Veo un serio problema con ello: al negarse a aceptar la responsabilidad de su propia autodefensa, serían víctimas fáciles, lo cual tendría dos perniciosos efectos: (a) podrían ser cooptadas por el estado como coartada para justificar su aparato represor y (b) al ser víctimas fáciles, los criminales podrían apoderarse de sus recursos sin riesgo, lo cual promovería (b1) una mayor actividad criminal que la que habría si no fuera tan sencilla y, sobre todo, (b2) organizaciones criminales más poderosas que presentarían un peligro mayor para los ciudadanos responsables dispuestos a encargarse de la autodefensa. Como resultado, el ánimo pacifista de los artistas socavaría la sociedad y pondría en peligro la libertad de todos.
Ricemos el rizo con una propuesta un poco más radical (como el buen José Carlos, a veces hasta tengo miedo de mí mismo): cualquier persona que renuncie a su responsabilidad de autodefensa y, por tanto, renuncie a la propiedad privada está socavando los cimientos de la sociedad, por eso me pregunto si hay algún problema en que personas u organizaciones más eficientes se apropien de los recursos de esa persona, sean éstos materiales o de capacidad de trabajo. La capacidad de detraer recursos de estos outsiders que no creen en la libertad sería, al tiempo, un estímulo a la competencia entre Vigilante Groups y un acicate para aceptar las posibilidades ilimitadas de la libertad individual, para disfrutar del arte de ser libre en lugar de ser un artistilla con ínfulas dedicado a vivir de los demás.
Digo esto porque es una consecuencia lógica del hecho natural de que la propiedad no se limita a cosas materiales sino que se extiende a la propia mano de obra, que puede y debe ser vendida libremente en el mercado de trabajo sin ninguna otra consideración ni ningún tratamiento diferente al de cualquier otra mercancia. Lógicamente, igual que puede venderse sin ninguna consideración moral o ética, puede sustraerse en el caso en el que el ciudadano se niegue a defenderla, en lo que es un abandono de facto de la misma. La renuncia al control sobre la propia capacidad laboral que supone toda renuncia a la autodefensa (que es exactamente igual que abandonar un mueble en la calle para que se lo lleve quien quiera) abre unas muy interesantes posibilidades en la reestructuración del mercado laboral.
De hecho, los pilares de la sociedad capitalista se construyeron a partir de las fortunas obtenidas en un mercado laboral reestructurado. Sin ir más lejos, muchas fortunas catalanas hechas con azúcar cubano y portorriqueño hasta los ochenta del siglo XIX. El problema del mundo no desarrollado es precisamente que esas formas de trabajo reestructurado que tan bien ha servido al capitalismo no es una opción para economías que podrían beneficiarse grandemente de una mayor flexibilidad laboral que les permitiera vender todo ese capital humano desaprovechado hasta ahora. La industria manufacturera y la del entretenimiento se beneficiaría enormemente, en lo que atraería capitales vitales para el desarrollo económico.
La idea de que las posesiones de una persona se limitan a sus objetos es la gran argucia del progresismo, que opta por dotar a la fuerza de trabajo de una categoría distinta y, por lo tanto, por establecer para este recurso normas que impiden su libre transmisibilidad. Sólo cuando asumamos el trabajo y la expectativa de trabajo futuro como una forma de riqueza (el flujo de trabajo, como cualquier flujo financiero, puede ser actualizado y puesto en equivalencia monetaria) y cuando permitamos todas las formas de transformación, compraventa, alquiler, usufructo, cesión por acuerdo de las partes o, en el caso que nos ocupa, renuncia y decaimiento de dicha riqueza, estaremos ante un mercado laboral y una sociedad libre.
Cumplido un mes de sus amenazas, los pistoleros intelectuales autodenominados Pezones Blancos y los comentadores del blog-tellón Escolar.net acaban de ganar una importante victoria con el cumplimiento de su amenaza. Apenas puedo contener lágrimas de rabia mientras escribo estas líneas desde un café internet de la capital. El pasado jueves un comando de la Guardia Civil entró por la fuerza que les daba una orden de registro en mi casa. Mientras me mantenían a raya a punta de pistola en una esquina de mi sala de estar, contemplé impotente como empujaban librerías para despojarlas de su contenido y volvían mesas y cama de arriba abajo. Todo esto se llevó a cabo sin que me permitieran hacer una llamada telefónica a mi abogado desde mi propia casa. La obra fue tan vandálica y realizada con una saña tal que hasta parece que un guardia se hirió en la mano mientras hacía volar los útiles de cocina.
Han precintado y requisado mi ordenador, el teléfono móvil con el que intenté registrar el suceso, y todo el equipo informático donde guardo copias de mi trabajo. Estoy suspendido de empleo y sueldo indefinidamente en mi instituto, y agárrense que esta es buena: ¡no puedo hablar con mis estudiantes so pena de acoso! Mi casa está en un estado lamentable y después de su literal allanamiento siento una ansiedad grave cuando estoy en ella. He decidido trasladarme temporalmente a Madrid con un amigo mientras abro consultas legales con mi abogado...........
Por fortuna, nada de esto me ha ocurrido todavía, pero la desdichada odisea de Alejandro de Llano (que no por nada ha sido cubierta por la blogosfera internacional, aquí aquí aquí y aquí) sí es real, y es muy seria. Aunque Alejandro no nos ha mostrado el susodicho e-mail todavía, a mí, después de mi experiencia, con la palabra de un compañero de la Red me basta y me sobra para ser consciente de que caminamos a pasos agigantados a un estado dictatorial en que las fuerzas judiciales perdonan el terrorismo y se dedican en cambio a perseguir crímenes de opinión.
El suceso “acaecido” el jueves en mi casa no tuvo lugar en un sentido empírico, pero tampoco es mentira: es una virtualidad distópica en germen, la fantasía que algunos proyectan como parte del proyecto totalitario del progresismo rampante que padece occidente. En vista de lo que le sucede al compañero Alejandro, no hay duda de que la criminalización de la libre opinión está ya en la mente no sólo de algunos particulares extremistas sino en la de algunos cargos públicos.
¿Qué actitud debemos adoptar ante certezas como esta? A mí me queda claro que hay que afianzarse en las propias convicciones y seguir avanzando, como una marea humana unificada tan sólo por el anhelo de libertad. Seguro que recuerdan aquella histórica escena de V for Vendetta: esa es la pesadilla de los autodenominados progresista.
Ánimo a Alejandro de Llano y a todos los que en el futuro se verán (o nos veremos) perseguidos judicialmente por el anhelo de ser libres: las acciones impopulares de hoy serán los actos heroicos de mañana.