miércoles, mayo 14, 2008

Llorar y llorar (de iras y volcanes)

Coñe, pero si yo era el bueno de la película.
Coñe, pero si me han dao hasta en el DNI.
Coñe, qué hostia me voy a pegar.



Isi de Noche ha tenido la bondad de pasarse por mi blog un par de veces y está algo más calmado que de costumbre. Debe ser que nos echa en falta o que los siracusanos andan cortos de inspiración. Este nuevo blog acaba de resolver la cuestión para mí. Con bladerunneriano título, "Lágrimas en la lluvia", acorde a la cursilería pizpireta con que algunos miembros de esa secta nos vienen obsequiando últimamente (¿por qué no titularlo "Le hablaré de mi madre"?), se acaban de inventar una versión estatista, despechada y descafeinada de La frase progre. No sé si se les ocurrió que la gracia de La frase progre es que cita, critica, satiriza y parodia a individuos instalados en el poder y el establishment estatista-progresista. Debe ser que tienen una gran fe en nuestro potencial futuro, porque aparte de algún gigante de las ondas, por aquí hay jóvenes promesas de la comunicación y algunos futuros intelectuales de peso (no doy nombres para que nadie me llame pelotillero, pero ya se imaginan de quiénes hablo), pero la verdad es que aquí la mayoría somos ciudadanos de a pie. O a lo mejor es que piensan en su gran futuro como salvadores del Estado Español (primero estado y después español) y esperan lucir nuestro análisis como cicatrices de guerra en su lucha por la imposición de la verdad y golpe de porrazo y urna (a los de Rosa Díez ya sólo les faltan 175 escaños: ¡ánimo chavalotes!).

Lo de estos muchachos me recuerda a un vecino suyo de esa islita que habitan. Empédocles de Agrigento fue un sabio al que se le metió entre ceja y ceja que desde su interior los ojos emitían rayos igneos que iluminaban el mundo físico. Creía que no era la luz exterior lo que iluminaba su entorno sino que era el ojo lo que perfilaba las formas del mundo. Esa fuerza ignea del ojo era el atributo divino de los seres humanos. Se le ocurrió, por lo tanto, que lanzándose a la boca del Etna se bañaría en fuego, la fuerza divina del universo: ¡se convertiría en Dios!

Pueden imaginarse cómo acabó Empédocles. Yo me pregunto en qué debió pensar el vehemente Empédocles cuando se arrojo a la boca del furioso volcán y sintió cómo el magma derretía sus ojos y su pequeño orgullo. Debió sentir que se equivocaba, y eso seguro que dolió más que toda la fuerza del volcán que lo devoró.

2 Comments:

Blogger J said...

Oye, pero, cuéntanos, ¿ya te ha aclarado alguien si la piratería está bien o mal?

5:03 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Coño J, no me digas que era este... XDDDDDD

4:49 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home