San Francisco, esa ciudad llena de mendigos en sus calles más céntricas, esa ciudad que casó contra la ley a cientos de parejas homosexuales tras autoinvestirse con un derecho infundado a celebrar "matrimonios", vuelve a las andadas. Ahora se dispone a darle
sanidad gratis o subvencionársela en parte a más de 80.000 sujetos (sí, 80.000) sin seguro médico. Lo cuenta el aburrido New York Times, y empieza relatando el cuento, supongo que para que derramemos una lágrima furtiva, de una china recién llegada desde un sitio en el que (vaya) no impidieron que contrajera el polio a los dos años, por lo cual padece desde entonces toda serie de dolores. Ahora los ciudadanos de la ciudad californiana, o al menos aquellos a los que el Estado incauta parte de sus ingresos, correrán, quieran o no, con los gastos que su dolencia causa ahora y causará en el futuro.
La ineficiencia (por no mencionar la injusticia) de una sanidad pública pagada por todos a partir del expolio es tan obvia que no merece ni que se explique. Los hechos están ahí para quien quiera verlos; quien no quiera verlos querrá mucho menos escuchar una disquisición sobre lo evidente.
Recién instalado en los EE.UU. para tal vez tres años (o tres cursos escolares de secundaria) me encuentro con que la tierra "de los libres" es en realidad la tierra "de lo gratis". Mal empezamos. Espero que ahora este blog se convierta en una especie de corresponsalía desde este lado del mundo, con crónicas ejemplarizantes de lo que no es y lo que debería ser la podrida Europa de la islamización vertiginosa y el estatismo más incompetente y lamentable.