viernes, marzo 14, 2008

Hacia la victoria final (2)

No tengo tiempo para escribir nada largo, así que tendréis que perdonarme si me autocito. En estos momentos de honda y lamentable disensión en Red Liberal, con gente alterada por diversos motivos incomprensibles, quiero aportar unas palabras que escribí hace un par de meses:

Les voy a decir una cosa. No voy a votar al Partido Popular. Y no por encontrarme en las entípodas. No por eso. Porque creo que la eliminación política de Alberto Ruiz Gallardón es una excelente noticia, pero todavía quedan muchos michelines que cortar. Tenemos que ganar la batalla de las ideas, no limitarnos a ganar unas elecciones. Por eso no quiero contribuir a la victoria de Rajoy, a la victoria del doblez.

Con el tiempo, me he dado cuenta de que la legislatura que empezó el 11 de marzo de 2004 ha sido aparentemente pésima, pero excelente al fin y al cabo. Porque, aunque la derecha haya cedido poder, aunque haya aparentado estar perdida y descompuesta desde que el PtzOE mató a 200 personas (191 más el geo y los choricillos), se ha hecho fuerte en la adversidad. Sólo en estas críticas circunstancias nos hemos encontrado a nosotros mismos. Y me incluyo, uso la primera persona del plural porque yo hace unos años era también un poco centrista je je, pero he encontrado la verdad de los hombres, he probado el dulce poso que deja la sabiduría de la libertad, y les confieso que no es fácil dejar esta droga intelectual.

Dijo Hayek “Si pretendemos el triunfo en la gran contienda ideológica de esta época, es preciso, sobre todo, que nos percatemos exactamente de cual es nuestro credo”. Ésa, y no otra, es la cuestión. Una victoria que obligase a Rajoy a pactar con catalanes o vascos, a incluir a los pactistas muniqueses como Costa en su gobierno y, en definitiva, a preocuparse cosas diferentes de la defensa de la patria y de la libertad. Rajoy nos ha dado cosas buenas, pero su ciclo se ha cumplido. Toca ahora una segunda regeneración de la derecha española, que me atrevería a decir es la vanguardia de la derecha europea. Una regeneración que ya sabemos quién mandará, una regeneración que fortalecerá todavía más el arsenal ideológico de los defensores de la libertad y preparará a este país para ser realmente libre. No se dejen ofuscar por los juegos de poder, ni pierdan el aliento si se pierde una batalla. Debemos preocuparnos por la guerra, por una guerra infnitamente más noble que unas decenas de escaños.

Y no, no voté. Muy conscientemente me negué a enviar mi voto desde California antes del seis de marzo. Después de ver por enésima vez la forma en la que el progrerío explota ignominiosamente a los asesinados por el terrorismo me lo pensé, he de confesarlo, y probablemente de haber podido sí habría votado por Mariano Rajoy. Pero con infinita desgana y con la sensación de ser una medida desesperada ante unas condiciones inaceptables.

Ahora que se ha confirmado el desastre no creo que sea momento de llamarle cáncer, o si se hace, de determinar que su daño puede datarse a la mañana del 10 de marzo en el que se negó a hacer lo que la historia le exige. No. Mariano Rajoy Brey fue siempre un candidato inadmisible para cualquier liberal. Casi diría que inadmisible para cualquier patriota. Y punto. Con la cabeza fría (sin sentir el asco profundo que provoca ver al PSOE vivir políticamente de la sangre derramada por aquellos con los que se sienta a una mesa, a quienes físicamente estrecha la mano e ideológicamente abraza), con la cabeza fría lo que hay que pedir ahora, lo que había que pedir hace unos años y lo que va a haber que hacer que se consiga, lo que hay que hacer en cada instante de su carrera pasada, presente y futura como líder máximo del PP es pedir su marcha. Ya. Que lo deje. Que abandone el mando y ponga su talento (que lo tiene, sin duda) al servicio de alguien con un ideario mucho más adecuado para un liberal. Ya. Antes, ahora y, sin la más mínima duda, mañana. Su posición es perfectamente insostenible y, si quiere conservar el más mínimo atisbo de dignidad política y casi diría que personal, debe abandonarla de inmediato.

Hay al menos un nombre sobre la mesa para reemplazarle, no hace falta que lo repita.

2 Comments:

Blogger José García Palacios said...

El problema es éste: ¿Y quién lo reemplaza y en qué condiciones?

No hay nadie con las más mínimas condiciones en el Congreso (tal vez porque el mismo Rajoy se ha encargado de ello). Pero, eso sí, muchos fuera del Congreso (al menos dos, uno y una) con la navaja bien agarrada en el bolsillo, esperando la ocasión.

Mal, muy mal pintan las cosas para el PP, ahora y en las próximas elecciones.

Elecciones (5): Ni con Rajoy, ni sin Rajoy

Un saludo.

6:50 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Gracias por tu labor, querido fake.

6:38 p. m.  

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