martes, agosto 01, 2006

De las mieles de la educación a las leches de la pedagogía

A medida que pasan los años uno cree que decae la capacidad de sorprenderse ante las posibilidades de corromper a las personas. Y aún así, lo que me contaba un colega que está de "stage" como enseñante en un colegio público en Staffordshire (UK) rebasa los límites. La última moda entre los alegres púberes de los Midlands es el "soggy biscuit". Según esta práctica, un grupo de adolescentes se pone en círculo a masturbarse alrededor de una galleta. El primero en arrojar sus fluidos sobre la galletita, gana. Hasta aquí parece un ejercicio de puntería, pero hay más: el último en alcanzar el orgasmo "pierde" y como "paga" le toca comerse la galletita. con todo lo que lleve encima y sin dejar gota.

Esta práctica no es sólo denigrante sino extremadamente arriesgada para la salud de los muchachos. No me sorprendería que la moda llegara en cualquier momento a la España de ZP, donde los organismos del régimen nos envían guías donde se incita alegremente a las muchachas a masturbarse mutuamente sin considerar los riesgos para la salud física y mental de las niñas. (Quería añadir unos comentarios sobre la persona de la autora del folletito y su ridícula campaña en defensa propia, pero el respeto a los difuntos me lo impide. Dejemos la cosa como está).

Es lógico suponer que aberraciones como esta son el resultado de delegar en el Estado (o la escuela pública) una obligación básica como la educación sexual de los niños en el seno familiar. Nadie me va a pillar diciendo que las autoridades incitan al "soggy biscuit". Sin embargo, el instituto público (delegado del Estado) no puede aportar la atención individual y personalizada que la familia y algunas instituciones privadas sí pueden aportar, por eso debe ofrecer un modelo de "educación sexual" que se supone válido para todos, sin distinción de edad, sexo, religión y toda otra condición particular. Lo que para un niño será procesado como mera información, para otro serán instrucciones, modelos a imitar, incluso obligaciones. Aquí es cuando comienza el daño psicológico, sobre todo a las niñas, que desde los 13 años ya viven obsesionadas con mantener relaciones sexuales. ¿Quién habla de los males de la televisión cuando es el propio Estado quien fuerza a los niños a pasar por el mismo rasero del hedonismo por decreto? Una familia, o el propio niño/a (perdón: deformación profesional) mantiene el control de su mando a distancia, pero ni profesores ni alumnos(/as) tienen un mando a distancia que le permita dosificar o incluso rechazar los contenidos que se imponen desde la dominación estatal..

A lo mejor el caso no sería tan grave si la "educación sexual" se diseñara desde los propios institutos y fuera voluntaria, como se hace en muchos institutos de EEUU, donde se permite a las familias que eduquen a sus hijos en esta materia como les parezca mejor en función de su moralidad y religión. Pero cuando estas guías e instrucciones vienen de pedagogos (léase teóricos de la educación) que raramente llegan a mantener contacto con los muchachos en toda su carrera (im)profesional, quien sabe, a lo mejor la masturbación colectiva y la ingestión de fluidos propios y ajenos terminará por ser el menor de nuestros males.

Fluyan, pues, las leches de la pedagogía estatal. Uno ya no sabe si atribuir todo esto a la maldad o a la estulticia.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

¿La autora de esa "Guía para chicas" se murió en serio o aquí hay alguna broma que no pillo? ¿Qué le pasó? ¿Le dio un ataque de vergüenza y no pudo soportarlo?

7:15 p. m.  
Blogger Manchego said...

Murió de verdad hace como dos meses. Descanse en paz, que ya dio bastante guerra. Y no me hagan seguir, en serio, que me caliento.

11:09 p. m.  

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