miércoles, julio 19, 2006

La información libera... Y salva vidas

Kusmayato Kadiman, ministro de Ciencia y Tecnología de Indonesia ha reconocido que recibió noticias del tsunami que se aproximaba a Java pero que no tuvo los medios para advertir a la zona afectada. Poco después del tsunami que asoló la cuenca del Índico, gobiernos y ONGs se gastaron una millonada en equipos de detección de seismos y demás tecnología de precisión alemana que se entregaron regalados. Una vez más se percibe la impotencia de la mal llamada "ayuda internacional", que pasa siempre bajo el control y beneplácito de gobiernos todavía más corruptos de lo acostumbrado. Resulta desolador pensar en lo obvio, que en un país multiinsular como Indonesia, la información sobre la ola que se avecinaba debería haber llegado a la zona afectada, Java, y no a la capital, Djakarta.

Afortunadamente, la experiencia reciente de un trauma mucho mayor permitió a numerosos individuos de la zona reconocer los signos que acompañan la proximidad de un tsunami (temblor de tierra, una característica variación en la altura de las aguas costeras, y el consabido desasosiego de animales y bestias) y alertar a propios y ajenos (entre ellos a muchos turistas despistados) para llegar a tiempo a zonas altas. Sin duda estos héroes anónimos impidieron una tragedia mucho mayor (por desgracia para el progresismo occidental, que ha perdido una nueva oportunidad para dedicar faraónicos proyectos de cooperación internacional para calmar su malhadada conciencia), pero es que además dan que pensar. Si en lugar de recibir un gran sistema de información antisísmica por la patilla (de Kofi Annan) se hubiera permitido a las compañías privadas competir entre ellas por proporcionar equipos más pequeños a las comunidades locales a un precio justo y estas propias comunidades se hubieran responsabilizado de advertir a sus integrantes dentro de su ámbito de acción, ¿cuántas vidas se habrían salvado? Seguramente estaríamos hablando de unas pocas y lamentables decenas, pero no de centenares.

La pasión estatista por el control informativo ha costado esta vez 531 muertos. Cabe preguntarse, ¿cuánto tiempo tardaría en caérsenos la venda si supiéramos cuántas vidas son destruidas o arruinadas cada día por la misma causa?

¡Libertad!