domingo, julio 30, 2006

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Como el Festival de Almagro lo tengo más visto que el TBO y me ha costado resistirme a la afectuosa insistencia de dos amigos barceloneses, he estado pasando una semana y media de teatro, espectáculos y agitadas discusiones políticas en la ciudad condal. De mis huéspedes hay mucho que hablar: uno de ellos es director de sucursalilla de una renombrada “Caixa” local (no, no ESA), con una inclinación al nacionalismo progre (que no le impide expresar su admiración secreta por Alberto Boadella), simpatías maragallistas que han dado lugar a encendidas discusiones políticas que no han ido a peor gracias a la labor de interposición de su esposa (que por cierto es cuencana). Pero las leyes de la amistad y hospitalidad y que gracias a él encontramos las mejores entradas para toda clase de espectáculos a última hora me impiden llegar a más, aunque él no lea blogs. Mi otro amigo en la ciudad condal es tal vez el personaje más peculiar que he conocido en mi vida, le dedicaría un larguísimo post de no ser porque sé que detesta y desprecia a los blogueros (si supiera).

La ciudad ha cambiado mucho en estos años, y he de decir que las siniestras noticias que hemos ido recibiendo desde la llegada del tripartito calaveras me hicieron temer una situación muchísimo peor de la que he visto. Me informo gracias a una interesantísima bitácora liberal que ejerce una gran labor en informar de los desmanes del nazionalismo desde el centro del cogollo. Sin embargo, creo que hay razones para el optimismo. Pasea uno por el centro de la ciudad y oye hablar en castellano, puede uno entrar en librerías y cafés y se le atiende en castellano, se puede acudir a representaciones teatrales en castellano. En un cine donde esperábamos ver el estreno de ese infame bodrio llamado Zulo , alguien en la fila de delante comenta que las películas en castellano deberían ir subtituladas en catalán. “No seas burro”, le contestan sus amigos.

Saco a colación estas anécotas porque levan a la conclusión evidente de que la acción individual y la empresa privada habrán de ser los bastiones irreductibles de la defensa contra los dislates de cuatro politicastros y sus descerebrados seguidores. El discurso individual siempre será parte de un dominio soberano que la acción ejecutiva de las pseudoburocracias que nos gobiernan desearía controlar. La defensa contra el nacionalismo y todos los demás totalitarismos (comunismo, nacionalsocialismo, islamismo) deberá partir siempre de la conciencia y el raciocinio individuales. Es la conciencia de esta unidad básica, el individuo pensante, lo que nos convierte en personas libres. La empresa privada, por otro lado, se rige por el propio interés y la búsqueda del beneficio. La administración pública puede intentar forzarnos a usar el catalán porque sabe que no hay alternativa, pero el comercio privado es consciente de la existencia de alternativas y por ello necesitará mantener la opción lingüística mayoritaria y por lo tanto más económicamente útil. He de decir que a uno de mis huéspedes esta línea de razonamiento no le hizo mucha gracia.

En materia de espectáculos, el premio se lo lleva la adaptación de La Furia dels Baus de la inmortal obra de Kafka “Las Metamorfosis”. Después de haber hecho vomitar a la crítica y al público (y no sólo metafóricamente) con “XXX”, la Furia se ha vuelto más modosita y presenta el retrato de un proceso de degradación individual y de su efecto sobre el entorno inmediato. Es de lamentar, sin embargo, que al enfatizar el aspecto familiar del drama se hayan dejado sobre el tintero la reflexión sobre la condición casi patológica del yo artística que ha hecho tan justamente famosa a esta obra. Sin embargo, resulta interesante el cambio de enfoque, ya que la versión escrita nos forzaba a contemplar los eventos desde la perspectiva de Gregorio Samsa, mientras que la dramatización del hecho (asistida por un interesante uso de la cinematografía en combinación con la acción escénica) nos permite contemplar la interacción de los individuos alrededor de esta enigmática figura.

Por último, no podía irme sin un recuerdo. La edición española de la memorable “trilogía del catalanismo” de Els Joglars. El pequeño ejemplar de Cátedra se recortaba junto a la mayestástica edición en tapa dura de Proa (probablemente subvencionada) donde estas obras maestras no aparecen. Curiosamente (o no) resulta imposible encontrarlas en catalán, como lamenta mi amigo, el banquero nacionalista. Le pregunto si esto no le hace pensar, y me voy contento del feudo maragallista pensando que tal vez he sembrado una semilla.

jueves, julio 20, 2006

Reflexiones sobre el veto del presidente Bush

George W. Bush ha ejercido el derecho al veto presidencial por primera vez desde el principio de su mandato para prohibir una macropartida de fondos federales destinada a financiar a científicos que investigan con células madre. No cabe duda de que es un acto destinado a contentar a una parte considerable de su base electoral compuesta por protestantes “de derechas” y un considerable número de católicos desafectos a la nefanda era Kennedy, como revela a las claras y sin ánimo de esconderse el boato “familiar” con que el presidente ha comunicado su acción a la prensa.

Estoy dividido sobre este tema por varias razones, por eso este post no es una argumentación coherente, sino una serie de reflexiones sueltas para mí mismo. Por un lado, cualquier acción prohibitiva de gobiernos generalmente mal llamados democráticos me produce urticaria. Por otro lado, mi apego a la religión católica no me permite ver con buenos ojos este tipo de investigaciones.

Sin embargo, y muy a pesar de la malaprensa española, el presidente Bush no ha prohibido nada. Bush ha vetado el dispendio de fondos “públicos” en esta investigación. No la ha prohibido. Si EEUU fuera España, la investigación con células madre sería prohibida por decretazo (ZPtazo) y no tardaría en venir Maritere con sus muñecos a contarnos lo feo que está esto de la investigación con las células madre y como todo buen progre-ciudadano debe negarse a escuchar nada sobre ella escupiendo tres veces sobre el suelo.

Es decir, hace mucho tiempo que en Estados Unidos empresas e instituciones privadas realizan investigación con células madre. Aquí está la diferencia de talante (uy, perdón) liberal entre un país y otro. Es más, me atrevo a especular que este veto presidencial tendrá efectos positivos inesperados para esta investigación. Cuando las entidades privadas saben que ya no pueden “colgarse” de fondos gubernamentales para que sus científicos divaguen y merodeen por derroteros especulativos, toda la fuerza intelectual debe concentrarse en finalidades que produzcan beneficios para la compañía o entidad que subvenciona la investigación. Por lo tanto, es posible que el veto presidencial lleve a una utilización más eficiente de los recursos limitados disponibles para este objetivo.

Me queda una última reflexión intempestiva. De hallarse las curas milagrosas que los científicos prometen, ¿cuál debería ser la posición de los católicos practicantes al respecto? ¿Habría una posibilidad por la cual podríamos negarnos a recibir tratamientos creados sobre la base de la investigación con células madre? Dudo que haya una solución simple. Si uno pudiera recibir tratamientos selectivos, los ecofascistas ya estarían instruyendo al público a negarse a recibir tratamiento basado en la investigación con animales. Pero por otro lado la posición de cultos como los Christian Scientists (que se niegan a cualquier tipo de cuidado médico moderno y creen en la curación por la oración) me parecen retrógadas o incluso antirreligiosas. A fin de cuentas, Dios no puede ayudar a quien se niega a ayudarse a sí mismo (cosa que, por cierto, no les entra a los católicos “de izquierdas” ni a martillazos).

En fin, estas son las reflexiones del día sobre este tema.

miércoles, julio 19, 2006

La información libera... Y salva vidas

Kusmayato Kadiman, ministro de Ciencia y Tecnología de Indonesia ha reconocido que recibió noticias del tsunami que se aproximaba a Java pero que no tuvo los medios para advertir a la zona afectada. Poco después del tsunami que asoló la cuenca del Índico, gobiernos y ONGs se gastaron una millonada en equipos de detección de seismos y demás tecnología de precisión alemana que se entregaron regalados. Una vez más se percibe la impotencia de la mal llamada "ayuda internacional", que pasa siempre bajo el control y beneplácito de gobiernos todavía más corruptos de lo acostumbrado. Resulta desolador pensar en lo obvio, que en un país multiinsular como Indonesia, la información sobre la ola que se avecinaba debería haber llegado a la zona afectada, Java, y no a la capital, Djakarta.

Afortunadamente, la experiencia reciente de un trauma mucho mayor permitió a numerosos individuos de la zona reconocer los signos que acompañan la proximidad de un tsunami (temblor de tierra, una característica variación en la altura de las aguas costeras, y el consabido desasosiego de animales y bestias) y alertar a propios y ajenos (entre ellos a muchos turistas despistados) para llegar a tiempo a zonas altas. Sin duda estos héroes anónimos impidieron una tragedia mucho mayor (por desgracia para el progresismo occidental, que ha perdido una nueva oportunidad para dedicar faraónicos proyectos de cooperación internacional para calmar su malhadada conciencia), pero es que además dan que pensar. Si en lugar de recibir un gran sistema de información antisísmica por la patilla (de Kofi Annan) se hubiera permitido a las compañías privadas competir entre ellas por proporcionar equipos más pequeños a las comunidades locales a un precio justo y estas propias comunidades se hubieran responsabilizado de advertir a sus integrantes dentro de su ámbito de acción, ¿cuántas vidas se habrían salvado? Seguramente estaríamos hablando de unas pocas y lamentables decenas, pero no de centenares.

La pasión estatista por el control informativo ha costado esta vez 531 muertos. Cabe preguntarse, ¿cuánto tiempo tardaría en caérsenos la venda si supiéramos cuántas vidas son destruidas o arruinadas cada día por la misma causa?

¡Libertad!

lunes, julio 17, 2006

Me gustaría poder defender a mis colegas

Las “modernas” teorías educativas parece que conciben la escuela como el único espacio en el que un conocimiento puede ser transmitido, así que están llenando los colegios de obviedades. Como el saber sí ocupa lugar, o al menos tiempo, este proceso se está desarrollando a costa de las asignaturas clásicas: lengua, matemáticas, geografía o por supuesto historia…El resultado final es que los niños no saben que el sujeto va antes que el verbo y éste a su vez precede al predicado, pero sí que las ambulancias llevan a los enfermos a unos sitios llamados hospitales, por ejemplo.
Acertado e indispensable he encontrado hoy al señor Carmelo Jordá, de Hispalibertas. Cuando miembros ajenos al gremio diagnostican con tanto acierto lo que ocurre hoy en la enseñanza, a los que trabajamos en esta profesión tan devaluada (pero fácil y placentera según algunas luminarias pedagógicas del progresismo patrio) nos produce una mezcla de sensaciones que van desde el divertimiento cínico hasta la vergüenza impotente del niño al que han pillado en la cocina junto al pastel que acaba de morder tu hermano mayor.

No tengo ninguna luz que añadir a la preclara visión de Jordá, sólo comentarios que la confirman amargamente. Con el advenimiento de Mr. X (y no hablo de Malcolm Little, sino de ése Mr. X) el socialismo hispano no tardó en advertir que para crear una base fiel incapaz de discernir cuándo se vota por candidatos demócratas o por las futuras amistades de Carod-Rovira, Arnaldo Otegi o Mohamed VI de Marruecos, sabían que era condición indispensable sembrar esa burricie logsiana que hoy sigue con pasión los haceres y deshaceres de la chusma de la jet y los "realities", que se sienta por una vivienda digna en vez de trabajar por ella y que vota según el dictado de las bombas. Qué duda cabe que estos son los pedagogos que de aquí a poco nos van a contar lo que hay que enseñarles a los niños, Dios sabe qué:
-Ciencias Sociales. Esto es la Delegación de Hacienda. Aquí hay unos señores llamados funcionarios. Los funcionarios tienen el trabajo asegurado. Cobran unos impuestos a los trabajadores. Con estos impuestos subsidian a gente que no trabaja [uy, se me ha escapado una oración compleja]. ACTIVIDAD: busca la definición de "impuesto" y "subsidio" en internet [que con este calor agobia mucho explicar las cosas].
-Educación física. Niños, no es bueno intentar ganar en todos los partidos. Queda de abusón y de borde y es necesario nivelar resultados para que los competidores [¡qué palabra tan fea!] no se depriman. Venga: ahora cinco chutes a puerta sin portero y a la ducha, hala.
-Plástica; hoy, pinta y colorea la Casa del Gran Hermano.
-Hecho religioso. Hoy, las religiones ante el sexo. DEBATE: ¿qué religión te parece más apropiada para cultivar una vida sexual rica y placentera?

(Me parece que hoy me he pasado de cínico y no sé si es mi estilo).

domingo, julio 16, 2006

De luz y sombra


Hoy se cumplen 400 años del nacimiento del gran maestro de luz y sombra, penetrante observador de lo sacro y lo profano que supo retratar como pocos la melancólica soledad de una nueva clase de héroes: la clase productiva.


Hoy es un gran día para visitar un museo.

sábado, julio 15, 2006

Con Israel, siempre

No te canté, tierra mía,

Ni ensalcé tu nombre

Con actos heroicos

Ni con botín de combates.

Sólo un árbol plantaron mis manos

En las calladas orillas del Jordán,

Sólo gastaron mis pies un sendero

Por los campos.

Por cierto, madre tierra

es muy magra, lo sé,

la nación de tu hija,

muy magra;

sólo un clamor de alegría

cuando trae su luz la mañana,

sólo un llanto a escondidas

por tu pobreza.

Rajel, "A mi tierra"

viernes, julio 14, 2006

Guy Delisle: De prisiones e infiernos

A mí ese género llamado “noveno arte” por sus más acérrimos entusiastas no me entusiasma demasiado, pero debo agradecer a mi amigo el afrancesado que me conozca tan bien como para haberme hecho el favor de introducirme a los viajes del quebequés Guy Delisle.

Aunque lo tomé inicialmente para pulir mi oxidadísimo francés, Pyongyang (que no es un cómic sino una “novela gráfica” según mi amigo) me ha hipnotizado en cuestión de segundos. Su protagonista, el propio Delisle, trabaja para un estudio francés que exporta sus labores de animación gráfica a países comunistas (me he carcajeado mucho con la ironía de lo mucho que esos hipocritones se sirven del outsourcing). Delisle se traslada a Pyongyang para supervisar los trabajos. Su trazo grueso y su renuncia al color de Delisle recrean a la perfección el tedio, la anomia insulsa de la ciudad-prisión. A lo largo de su periplo, Delisle se cruza (o lo cruzan, ya que la libertad de movimiento es absolutamente imposible allí) con una serie de no-personajes carentes de toda iniciativa individual e ideas propias. La forma en que el autor retrata su contento mediocre con el sistema refleja fielmente el extremo hasta el cual el colectivismo arruina vidas, mentes y moralidades. Hay momentos de ironía deliciosa, como cuando el autor tabaletea sobre la mesa un manidísimo himno socialista de Bob Marley sin poder suscitar la más mínima emoción entre sus interlocutores coreanos (“la Corée du Nord n'est pas très reggae”). Pero ante el tenaz laconismo de su antagonista, el capitán Sin, no le queda al autor otra arma que el sarcasmo y la sal gorda.

Guy Delisle no olvida apuntar numerosas impresiones personales sobre el tenaz régimen de la siniestra familia Kim, y resulta conmovedor el retrato de la lucha interior de muchos occidentales que se encuentran forzados por su trabajo a vivir en ese infierno. En fin, Pyongyang debería ser lectura obligada para todo liberal, y podría resultarles muy terapéutica a muchos socialdemócratas.

Parece que Delisle intentó repetir su jugada maestra con Shenzen, que recomiendo dubitativamente. Shenzen intenta ser un estudio gráfico de la soledad y el aburrimiento, y me llama la atención cómo Delisle patologiza la experiencia de la ciudad-infierno particular de Deng, análoga a un dolor de muelas. Creo que esta “novela gráfica” (siempre según mi amigo: para mí es un cómic) se aproxima a la bestia comunista que se esconde detrás del “milagro” de Shenzen, donde prima el gregarismo automatizado y cobarde de la acción colectiva y, en cuestiones de creatividad e ideas, rige la ley del mínimo esfuerzo. Creo que si Delisle hubiera enfatizado más la comparación de Shenzen con Hong Kong, le habría salido un producto redondo. De todas maneras, leer esta “continuación” tampoco representará una pérdida de tiempo.

La tercera vía es la cara amable del comunismo.




Ando un tanto decepcionado después de mi lectura de The Undercover Economist, de Tim Harford. Pensaba que una recomendación de Jagdish Bhagwati (autor de In Defense of Globalization) estaría a prueba de bomba. Pero no ha resultado ser éste el caso.

El libro no engaña al presentarse a sí mismo como “pop economics” (nada en contra: el público tiene derecho a informarse desde una perspectiva informal y entretenida). El problema es que promete, desde su portada Dicktracyesca, ser una aproximación gamberra a la economía, tal vez de un tinte un poco más oscuro que la de Stephen Levitt, pero al final todo queda en otro refrito de economía ficción a la tercera vía. Resulta que el autor es economista británico, columnista habitual del Financial Times y ex-asesor de algunos peces gordos en el Banco Mundial y en la International Finance Corporation. Una vez examinado el libro, la conclusión es clara: Tim Harford es uno de esos economistas introducidos en los EEUU a finales del gobierno Clinton, que hoy viven dedicados a buscar maneras de ampliar el control gubernamental sobre la libre empresa y que están contribuyendo a que la economía de EEUU quede en un lugar muy inferior al que debería estar.

El gusto con que Harford cuenta cómo el gobierno británico desplumó salvajemente a varias compañías de telecomunicaciones por el derecho a usar espectro de onda lo dice todo. En cambio, presenta concursos similares que se realizaron en EEUU y en Nueva Zelanda como fracasos debidos a la aplicación de teoría dura de juegos. No, señor Harford: los gobiernos de EEUU y NZ hicieron lo que debían hacer: mantenerse al margen del juego del capital para que las telecomunicadoras hicieran una valuación racional del valor de ese derecho según su propio criterio experto (no apostando sobre lo que otros creen que es ese valor, como en las subastas) sobre el cual determinar el precio apropiado. El resultado final lo sabe cualquiera que haya vivido a ambos lados del Atlántico: imaginen quién tiene una red de telefonía móvil amplia, barata y efectiva.

Al tratar del espinoso tema de la salud, Harford da en el blanco cuando afirma:

“If we were asked to take responsibility for our own medical care we would pay much closer attention, and many more resources (public and private) would respond to our demands to know more”.

Una verdad como un templo de la que se siguen propuestas acertadísimas como cuentas de ahorro-salud privadas, transferibles y libres de impuestos, etc. Sin embargo, aquí viene la trampa: las compañías de seguros se harán cargo de las situaciones “catastróficas”. ¿Cuál es la vara de medir del señor Harford? Sin duda, si corro peligro de muerte, afronto una situación catastrófica. ¿Y si hablamos de la pérdida de un ojo o de un riñón? ¿Es una situación medio-catastrófica? Me corresponde a mí el pago, o la compañía deberá pagar la mitad de los costes? La respuesta de Harford: será determinado por la ley (o por los gobiernos). Aquí es donde comienza a vérsele el plumero a Harford: la idea subyacente es que todos somos iguales y una institución superior central puede imponer criterios uniformizadores a todos los ciudadanos.

¿Y de dónde vienen estas ideas? Aquí van un par de perlas:

“supporting the jobless is something that every civilized society should do”

“In a civilized society we will want to make sure that everyone can afford some standard of medical care”.

Dónde dice “sociedad civilizada” hay que leer “utopía”. Harford es otro de esos intelectuales criado en las mieles hiperprotectivas de la tercera vía, neocomunismo disfrazado de economía de mercado, que ha llegado a EEUU dispuesto a corregir ineficiencias imaginarias en el excelente sistema de salud norteamericano. Los argumentos de Harford son penetrantes, pero fundamentados en premisas erróneas e ideológicamente tendenciosas, lo que da lugar a conclusiones blandengues. Véase si no:

“In the case of healthcare, the market works poorly because while we want the reassurance of knowing they can afford expensive medical bills, inside information eats away the insurance by driving away low-risk customers and forcing premiums to rise. (...) Governments can replace markets, but they will often do better to try to fix them.”

La última oración se comenta por sí sola. En cuanto por qué en EEUU los consumidores menos pudientes abandonan los seguros médicos, (gente joven de renta baja, incluyendo un alto percentaje de high school dropouts y madres solteras) no es porque no puedan permitírselo, sino porque existen alternativas financiadas por el estado, de modo que mientras que algunos tipos no llegan a pagar seguro médico, otros sufridos productores lo pagan dos veces: el del estado y el de los beneficiarios del welfare.

La economía es esto: el trade-off o equilibrio. Nada es gratis, y lo que aparece en un lugar tiene que haber aparecido de alguna parte. Por eso creo que el manual de referencia fundamental para ingenios legos sigue siendo la pequeña obra de un gran autor: